jueves, 5 de noviembre de 2009

ADIÓS A FÉLIX LUNA


La Biblioteca Mariano Moreno despide a un intelectual de raza, que supo cultivar un gran amor por esta Rioja, cuna de sus mayores e inspiradora de sus primeros ensayos históricos.El país pierde no sólo a un gran historiador, sino –fundamentalmente– a un hombre profundamente ético y comprometido con su país y con el bien común.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

LA BIBLIOTECA SE ABRIÓ ESPECIALMENTE PARA ELLOS

Recibimos a los chicos de las salas de 4 y 5 año de la Jardín del Barrio 20 de Mayo.
Ellos querían conocer la Biblioteca Mariano Moreno, pero ¡nuestros horarios no coincidían con los del jardín! No fue esto un obstáculo: la vieja casa de los libros se abrió especialmente para recibirlos. ¡Estaban tan entusiasmados! Además, ya habían conseguido un colectivo especial que los trasladara desde el Barrio 220 de Mayo" hasta el centro. Eran tantos que no cabían juntos en el rincón infantil. Así que mientras un grupo leía libros en la sala común, el otro escuchó cuentos y poemas en el rincón infantil. Luego rotaron.
Aquel día (eran las 4 en punto de la tarde cuando llegaron). El termómetro marcaba 43º centígrados. Antes de la lectura el dispenser de agua fresca trabajó a pleno hasta dejar saciados a los sedientos expedicionarios. Cuando se despedían, Claudia les repartió chpetines con una tarjetita especial que recordaba su visita a esta casa. Muchos prometieron volver. ¡Los esperamos!














martes, 13 de octubre de 2009

Calíbar en pos de la utopía

Se presentó en nuestra biblioteca el mencionado trabajo de Luis Orecchia.

El encuentro, que tuvo lugar el pasado viernes 9, fue auspiciado por la SADE y conducido por Pano Navazo. se abrió con palabras de bienvenida y agradecimiento por parte de la presidenta de la biblioteca, Marcela Mercado Luna, quien destacó la colaboración de su hermana Ana y de la artista plástica Andrea Bustamante en el armado de una muestra de obras y libros de los integrantes del grupo. Mercado Luna agradeció tanto al Museo de Bellas Artes como a Cultura provincial por los elementos facilitados para usar como soporte de la exposición que se montó en la “Sala Enrique Peñaloza Camet” de nuestra casa.

Siguió a esto, la presentación del libro a cargo de la Lic. Isabel Mércol, que consistió en un análisis de la obra presentada cuyo texto completo incluimos más abajo.

A su turno, el autor, se refirió al espíritu de Calíbar y contextualizó el “sueño calibariano” en la época actual. También reproducimos en este espacio las palabras del arquitecto.

Seguidamente, el Grupo Horizonte, integrado por Diego Claudeville, Lucas Zárate, Marcelo Barrionuevo y Pablo Claudeville, interpretaron poemas musicalizados, entre ellos, el célebre “Incomparable” de Ariel Ferraro.

Pasado este primer momento, los asistentes fueron invitados a compartir un brindis y recorrer la

muestra que continuará hasta el próximo martes 20 en la Biblioteca Mariano Moreno.


Comentario y análisis del libro de Luis Orecchia "Calíbar en pos de la utopía”

Por Isabel Mércol

Nuestros versos tienen aroma de algas, consistencia de roca, fuerza de viento, de ola rugiente, de mar embravecido. Queremos que nuestra voz llegue a las caletas dormidas en el tiempo, a los villorrios de tierra adentro, a las calles despobladas de alegría de las barriadas costeras, los caseríos de piedra del Ande, los bohíos de palma del llano amazónico, donde viven nuestros hermanos (…) Somos la conciencia de un pueblo que despierta y dirige sus pasos a la liberación final. Definitiva. Eso es lo que escribiremos. Lo que cantaremos». Estas palabras no pertenecen a ningún miembro del Grupo Calíbar. Son parte de un manifiesto que escribieron los integrantes del grupo literario «Isla Blanca» de Chimbote, una ciudad peruana ubicada a orillas del Océano Pacífico y de conocida actividad portuaria. Pero las declaraciones de este grupo se

producen en 1969, y de entre todas las que podemos haber conocido, desde la antigüedad, pasando por la generación de 37 y hasta por los grupos de vanguardia, me parecieron interesantes porque denotan una preocupación común, una voluntad parecida, un camino similar al que, casi dos décadas antes, habrían de delimitar los integrantes del grupo que nos ocupa.

“Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”. Eduardo Galeano

El concepto utopía designa la proyección humana de un mundo idealizado. El término fue concebido por Tomás Moro, en la Utopía. Es el nombre dado a una comunidad ficticia cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con las sociedades humanas contemporáneas a Tomás Moro. Sin embargo, aunque el término fue creado por él, el concepto subyacente es anterior. En la misma obra de Moro puede observarse una fuerte influencia e incluso directa referencia a La República, de Platón, obra que presenta asimismo la descripción de una sociedad idealizada. En el mismo sentido, las narraciones extraordinarias de Américo Vespucio sobre la recién avistada isla de Fernando de Noronha, en 1503 y el espacio abierto por el descubrimiento de un Nuevo Mundo a la imaginación, son factores que estimularon el desarrollo de la utopía de Moro.

El origen etimológico de Utopía no fue explicado por Moro, siendo que estudiosos de su obra destacan un posible juego de significados, ambos del griego. Por un lado outopia (ou, no; topos, lugar) y por el otro eutopia (eu, buen; topos, lugar). Las utopías modernas están orientadas al futuro, son teleológicas, progresistas y sobre todo son un reclamo frente al orden cósmico entendido religiosamente, que no explica adecuadamente el mal y la explotación. Así las utopías expresan una rebelión frente a lo dado en la realidad y propondrían una transformación radical, que en muchos casos pasa por procesos revolucionarios.

El rastreardor:

En llanuras tan dilatadas en donde las sendas y caminos se cruzan en todas direcciones, y los campos en que pacen o transitan las bestias son abiertos, es preciso saber seguir las huellas de un animal, y distinguirlas de entre mil; conocer si va despacio o ligero, suelto o tirado, cargado o de vacío. rastreador, que ve el rastro, y lo sigue sin mirar sino de tarde en tarde el suelo, como si sus ojos vieran de relieve esta pisada que para otro es imperceptible. Cuando le hablan de su reputación fabulosa, contesta: "Ya no valgo nada, ahí están los niños"; Calíbar iba por las orillas, sin inquietud, sin vacilar. ¿Qué misterio es éste del rastreador? (Sarmiento)

CAMINO

Yo tuve hasta ayer en un país de maravilla,

fui dueño de sus montañas y sus cielos, de su gente amiga.

Fui un poco del augur de su esperanza,

el brujo milagrero de sus penas.

Yo tuve un país de sol y de viñedos,

una música terrestre que en la altísima noche

llenaba de albricias el corazón comarcano.

Desde ayer, o desde siempre,

perdí la rosa de los vientos,

los cuatro rumbos del camino de mi casa

y el miedo original que navegaba por mi sangre

llevándome hacia los claros puertos

donde no existe la nostalgia.

Estoy aquí mirando pasar el mundo

La gente y los pájaros y el cielo.

Mi corazón navega hacia el norte

buscando entre la bruma de tu país agrícola

el rincón donde sus ojos se posen

y vayan a saber qué miran.

Si te encuentro

te contaré que yo tuve un país de maravilla.

ELOY LÓPEZ ( 1972)

Estructura

El libro está dividido en 9 capítulos, de los cuales el primero aporta al lector tanto una introducción al movimiento como las justificaciones del autor sobre el trabajo iniciado una década atrás, y cuenta con 5 apéndices documentales, además de estar matizado con 12 reproducciones de obras pictóricas o escultóricas y 8 poemas.

Todos ellos nos remiten a los nombres de Estanilao Guzmán Loza- Ramón Soria- Zalazar Johson- Pedro Molina- Carlos Zárate- María Argüello- Ariel Ferraro. Pedro Herrera- Alfredo Portillo- Daniel Moyano- Miguel Dávila- Ramón Eloy López- Carlos Cáceres. Carlos Alberto Lanzilloto- Enrique Tudó Neves- Reinero Fallabrino- José Paredes- Mario Aciar. Y ellos representan un apreciable, variado y completo material que le permite al lector no solamente conocer nombres y fechas que ubican el quehacer del Grupo Calíbar, ubicarlo en el contexto histórico social argentino, sino que puede apreciar los resultados de aquella propuesta estética, los hechos que se generaban a la luz de los dichos… o viceversa.

Creo que cada uno puedo encontrar distintos méritos en este libro, pero voy a resaltar solamente tres:

Primero: el ajustado, pormenorizado y clarísimo contexto histórico en el que Orecchia inscribe al movimiento Calíbar, a sus iniciativas, creaciones, luchas, distanciamientos y hasta reveses legales.

En efecto: A partir del segundo párrafo del primer capítulo, el autor necesita aclararle al lector de qué se habla al mencionar el concepto de vanguardia; al comenzar a describir las características de las artes en Latinoamérica profundiza la importancia que tuvieron los focos culturales de mayor gravitación continental (México, Sao Paulo y Buenos Aires); puntualiza que a fines de la década del 40 La Rioja capital tenía 26.00 habitantes, (con una vida pacífica y conformista, entretenida en las inconducentes rencillas lugareñas…); avanza más tarde con el detalle acerca del deterioro de la convivencia política en 1954, paso por los hechos posteriores del 22 de setiembre de 1955, se detiene en la creación del Departamento Editorial del Estado en 1958, da cuenta del acoso sufrido en 1961 por la UCRI, de la asunción de Arturo Humberto Illia como presidente… en fin. Los mencionados son sólo ejemplo de cómo este libro no puede ser entendido sin un claro conocimiento de la vida institucional de la Nación y de la Provincia, pero si ella no existiera, los datos del marco están dados con precisión.

Este aspecto del libro debe ser puesto en relación con la decisión de su autor de ser puntilloso, veraz, documentado y de darle al texto un sesgo cronológico que, sin duda, facilita la comprensión del movimiento en sí, de sus causas y de sus productos culturales.

El segundo mérito, me parece, reside en la mención de nombres, decisiones, escritos, actos y obras relacionadas con la pintura, la escultura, el grabado, y en particular, con la enseñanza de estas bellas artes, tarea que sin duda fue un motor de acciones para el grupo Calíbar. Esto es, de ninguna manera, un desmérito de la mención de lo hecho y dicho por poetas y narradores. La cuestión estriba en que muchos de ellos han sido abordados de manera grupal, parcial, individual, más veces, y en esto me coloco en primer término. He leído y hablado más veces de la obra de Ariel Ferraro que de Mario Aciar. Por supuesto, me disculpo con la justificación de mi ignorancia para hacerlo.

Pues bien: Ahora Luis Orecchia nos da todos los datos para suplir nuestro desconocimiento. En el primer capítulo nos ubica respecto de la técnica y la temática de Domingo Nieto, de José Lídoro Barrionuveo, de Osmán Páez y la influencia que sobre su pintura tuvo Mario Anganuzzi, nos informa sobre la permanencia en Chilecito de Lino Spilimbergo y nos habla de Estanislao Guzmán Loza. También nos amplía datos acerca de la experiencia del Primer Salón Anual de Arte de La Rioja, realizado en 1950, y que, según Orecchia, “ removió la molicie provinciana”.

Así podemos imaginar la efervescencia cuando el movimiento ya está “ caminando “ y decide publicar su primera revista, ilustrada con xilografía de Mario Aciar, y poemas de Ferraro, Angel María Vargas, María Argüello, José M Paredes, Carllos Lanzillotto, Pedro Herrera, Ramón Eloy López y Raúl Aráoz Anzoátegui.

Una mención aparte merece la lectura, que puede hacerse entre cada decisión, cada logro, y cada triunfo, de los ataques que sufrió el grupo y en particular algunos de sus integrantes, y encontrar en sus respuestas, respuestas de vida y de palabras directas, ese valor del que posiblemente muchos de nosotros hoy carecemos para enfrentarnos a la adversidad, y más concretamente, al poder de turno.

El último mérito que quiero destacar, sin que con ello se agote la lista, es el particular estilo de Luis Orecchia. No es habitual encontrar un lenguaje transparente en un libro que contabiliza la historia de una generación, de una escuela literaria, de un grupo artístico. Mucho menos, una construcción que excede largamente el mero lenguaje informativo y linda con esa necesaria forma literaria de un ensayo de interpretación.

Luis Orecchia se revela a sí mismo en la primera página cuando dice: “Puede que las cosas importantes sean, en el fondo, tan sólo espejismos o, quizás, espejos que no contienen en sí ninguna imagen pero que al reflejarlas las contiene a todas y nos contienen a nosotros también”. Para él fue muy importante desentrañar el origen, la trayectoria, los sueños de los poetas y pintores del Grupo Calíbar. También define desde qué lugar estético ha realizado este estudio cuando afirma:

Surgen así lecturas diversas pues cada uno lee los hechos del pasado conforme a su propia cosmovisón, cuando no a preconceptos o a intereses circunstanciales o meramente personales”. Toma posición cuando dice: “Hablar de arte, de poesía de cultura es hablar de la vida toda”. Y no duda en calificar, aún antes de darnos las pruebas documentales y los testimonios que la modernidad, a la que adhería el grupo Calíbar “quería transformar la perimida sociedad burguesa para poder, sobre ella, construir una sociedad orgánica, solidaria, igualitaria, libre. La sociedad del futuro”.

El capítulo de introducción contiene un párrafo de gran fuerza expresiva, coherente con la profundidad y convicción del pensamiento que concreta:

Los más jóvenes, -dice- leerán todo esto como emergiendo de las brumas de un período lejano, casi mítico. Es que el silencio negador de los que se han creído triunfadores, junto al silencio vergonzante de los que no fueron ni fríos ni calientes, se ha unida a ese otro silencio pudoroso y acongojado de los que aún tienen húmedas heridas o arrastran péridas desgarrantes. De ese modo le hemos entregado a esos jóvenes el relato de una país dicotomizado en un ayer lejano, casi ajeno o más bien enajenado, de viejo e inocuo manual de historia, y un presento hecho de caídas, de impudicia, de deshonor, de miseria”.

El lenguaje emotivo y comprometido de Orecchia se muestra, por ejemplo, cuando realiza la siguiente valoración de la obra de Estanislao Guzmán Loza:

“Los cuadros de Estanislao Guzmán Loza son como los paisanos llanistos, silenciosos, casi huraños para el que pretende ver confirmadas en ellos ideas preconcebidas, pero en cambio se abren poética y profundamente a quien se acerque en fraterna actitud de escucha” ( pág 56 )

Orecchia logra una síntesis casi perfecta del valor que debe darse al Grupo Calíbar, tanto en su perspectiva histórica cuanto en sus dimensiones artísticas.

Como el autor ha decidido finalizar su exposición con un poema de Ariel Ferraro, me parece justo finalizar la mía leyendo el mismo poema:

Cuando toque el olvido

Aquí en los palomares de las nieves,

junto a la luz que asume las más altas miradas,

el Famatina brota por árboles de luna,

donde vienen las nubes a desandar lo andado.

(…)

Y el Famatina crece

como una sangre abierta,

por entre las silenciosas campanas del sonido:

leche adentro del oro,

trueno adentro del vidrio.

Alcancía celeste, mirador de los días.

Por el revés del tiempo yo regreso a la fruta.

En tu orilla de piedra quiero sembrar mis huesos.

Y amanecer en polen

cuando toque el olvido. (Ariel Ferraro)

Isabel Mércol - Biblioteca Mariano Moreno: 09-10-09

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Luis Orecchia: discurso pronunciado en la presentación de su libro

En el catálogo de la muestra de artistas riojanos, del ciclo “Pertenencia” que el FNA presentó en su “Casa de la Cultura” del barrio de Palermo, en Buenos Aires, se explayan sobre el grupo Calíbar, y en un párrafo citan una frase que pertenece al texto que hoy presentamos en forma de libro. La cita dice así “¿De qué hablamos, al hablar de Calíbar? Tan sólo de arte, de poesía, de cultura…. O más bien nada menos que de arte, de poesía, de cultura.”Al leer esa frase sacada de contexto, confieso que me pareció bastante hueca. Nada más que una boutade. Una frase más o menos ingeniosa sin un sentido profundo.

Ante esa pobre impresión que me produjo la cita, me puse a repensar el por qué había escrito esa frase. Ví que tiene un sentido que trasciende su aparente carácter de boutade, y de ese modo fui hilvanando lo que hoy quiero transmitirles.

No voy a hablar de arte o de poesía al referirme a Calíbar. Pero siguiendo el sentido con el cual elaboré esa frase estaré siempre hablando de arte y de poesía.

Para aclarar esa posible incongruencia, debo recordar que Calíbar es un grupo cultural que está inserto en el último florecimiento de la modernidad, y cuando hablo de modernidad me refiero a esa convicción que estuvo en la base de todo el quehacer estético de la época, sea en las artes plásticas como entonces se las llamaba, sea en la arquitectura, sea en la música, sea en la poesía o en la novela o el cuento, o en cualquiera de las expresiones artísticas.

Y esa convicción profunda era que nuestra labor iba a cambiar al mundo. Por eso no veíamos cisura ninguna entre nuestro quehacer y nuestro compromiso social, y haciendo arte, poesía, arquitectura, sabíamos que estábamos construyendo ese mundo buscado.

Y Calíbar quiso cambiar al mundo…. o por lo menos este pedazo de mundo en el que ellos decidieron actuar, la provincia de La Rioja.

Pretender cambiar el mundo implica comprometerse personal e íntegramente con ese paradigma que queremos que el mundo llegue a ser. Y en pos de ese compromiso, los artistas de Calíbar construyeron su vida y su arte.

No se pusieron como meta primordial realizar una carrera personal exitosa en el mundo profesional del arte, como hoy se la entiende y como la imperante mercadocracia del arte hoy lo pregona.

Si hoy podemos decir que casi todos los miembros de Calíbar lograron destacarse en su quehacer artístico, y muchos de ellos en carácter superlativo, fue por su capacidad, pero también por su coherencia con el fin que, como grupo, se propusieron: transformar a La Rioja en una Ciudad de las Artes.

Una hermosa y en apariencia inalcanzable utopía, que tenía por añadidura, dada la convicción de la que hablaba, la capacidad de construir al mismo tiempo una sociedad más justa, más igualitaria, más rica y enriquecedora.

En pos de esa utopía fueron creando las instituciones que debían hacer de nuestra ciudad esa soñada ciudad de las artes.

El primer profesorado de artes plásticas, la concreción del museo de bellas artes, la editorial del estado, el cuarteto de cuerdas, el seminario de teatro, la escuela secundaria de diseño y técnica artesanal, fueron surgiendo de su labor sin pausa.

Y, fundamentalmente, como me lo decía Mario Aciar, con respecto al profesorado de artes plásticas crearon un público capacitado e interesado en el arte de vanguardia, o más bien del arte, sin más. Más aún, yo diría que formaron un público ávido de productos culturales valiosos.

Todo ello se concretó en tan sólo cuatro intensos años.

Luego… todo eso fue borrado. Los grupos que habían visto peligrar su status de popes de la cultura actuaron encaballados al golpe de turno y, con la colaboración de otros actores sociales, destruyeron todo, con mentiras, difamaciones, rumores echados a rodar…..

¿Qué hacemos hoy aquí? ¿Estoy presentando este libro como recordatorio de un hermoso sueño imposible? ¿Acaso lo hago conmemorando un lamentable fracaso?

No lo creo.

Si hoy estamos aquí reunidos es porque Calíbar se ha convertido en un paradigma digno de ser imitado. La lucha por un mundo distinto aún es posible…. Más bien es más necesaria que antes.

Es cierto que las circunstancias que nos toca vivir nos hablan de fracasos, de deserciones, de traiciones. A todos nos ha pasado, nos sigue pasando, nos usan sin respeto.

Hace poco más de un mes, en ocasión del fallecimiento de Miguel Dávila, apareció en el suplemento Familia y Cultura de El Independiente, una nota con mi firma, que no me pidieron, ni yo autoricé a publicar. La publicación de esa nota muestra el poco respeto de El Independiente por elementales derechos de autoría intelectual. Ese hecho que me atañe, y del que me enteré porque personas amigas me comentaron con extrañeza que hubiera aparecido una nota mía en dicho diario, es tan sólo un pálido reflejo de los desmanejos y la degradación cultural a la que nos vemos sometidos.

El enorme y costoso mamotreto que se ha erigido en la rotonda de acceso a la ciudad, lugar que conforme a las normas vigentes debería quedar libre de obstáculos visuales, o el presuntuoso cuadro que la justicia local impuso colocar en la Iglesia Catedral parecen demostrar que basta conseguir el favor del poder para hacer cualquier cosa, y plantarla delante de nuestras narices como una burla de ese sueño calibariano de una ciudad de las artes, transformando a La Rioja en verdad, en una ciudad de los adefesios.

Los trabajos presuntamente de restauración en la iglesia de San Vicente Ferrer de Nonogasta, Monumento Histórico Nacional, realizados sin autorización de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, ni la intervención de la Dirección de Patrimonio de la Secretaría de Cultura, y perpetrados con total incompetencia profesional, y que acarrearán ante el primer sismo de regular intensidad la destrucción del testero del templo, están mostrando el nulo respeto por las mismas instituciones de gobierno desde la cúspide del poder, y su desprecio por los bienes del patrimonio cultural.

Ese proyecto, que no debemos llamar shopping, porque según el Gobernador no lo es, que se pretende hacer con el edificio de la Escuela Normal, están mostrando el desprecio por la cultura y la educación, buscando provocar la farandulización de los símbolos culturales y educativos de la provincia.

Estos y muchos otros hechos, parecieran dar la razón a los que pregonan que todo está perdido y nada puede hacerse contra el poder.

Por nuestra misma dignidad de ciudadanos no debemos permitir que sea así.

Miremos lo realizado por Calíbar, y aprendamos de sus aciertos, pero también de sus errores. Y como error, que no fue particular de ellos, sino de toda nuestra generación, debo señalar, porque yo también caí en él, el querer cambiar el mundo, pero como cada uno lo quería, y aquel que no coincidíera totalmente con uno, lo ubicábamos en la vereda de enfrente.

El absurdo Paseo Ramírez, nos presenta la oportunidad de cambiar la historia. Trabajemos unidos aquellos que pretenden que siga siendo sólo un edificio escolar, y aquellos que aspiramos a tener un centro cultural. Cultura y educación no son cosas opuestas, sino complementarias. Construyamos el consenso, contemplando los intereses de todos aquellos que queremos que el edificio de la Normal siga siendo un emblema para los riojanos, un icono de su cultura.

Trabajemos para hacer de La Rioja, como aquellos que integraron el Grupo Calíbar lo quisieron, un lugar mejor, un lugar hermoso donde vivir y crecer en plenitud. Unámonos los que aún soñamos con un mundo mejor, con una Rioja mejor, les aseguro que somos muchos, y cada uno en lo que le compete luchemos para concretar la utopía, esa utopía que hace que nuestro paso por este mundo, como fue el paso por este mundo de la gente de Calíbar, no sea un mero durar anodino, sino algo digno de ser vivido.

Luis Orecchia. Biblioteca Mariano Moreno: 09-10-09

Adiós "Chiquita"

El pasado sábado 10 de octubre falleció en nuestra ciudad María Lilia Otáñez de Basso, ex presidenta de la Biblioteca Mariano Moreno, miembro de la Comisión Directiva y activa colaboradora de la institución.

Su ejemplo, su fuerza y espíritu de lucha ante la adversidad, su incansable defensa de la cultura de su Rioja querida, son banderas que levantamos y no dejaremos caer.

PALABRAS DE DESPEDIDA PRONUNCIADAS POR LA PRESIDENTA DE LA BMM EN EL CEMENTERIO EL SALVADOR

En nombre de la Biblioteca Mariano Moreno vengo a decir adiós a una ex presidenta de la institución. En nombre de toda esta gran familia que es la biblioteca vengo a decir que la partida de Chiquita nos llena de dolor a todos y nos deja un vacío difícil de llenar, porque ella, en el puesto que le tocara desempeñar, allí estaba: ya sea resolviendo cuestiones administrativas como dirigente, ya sea acompañando o participando junto al público en todo acto cultural que se organizara: “Contá con las Otáñez, Marcelita”, era la clásica respuesta a cada invitación.

Pero no es sólo a una ex presidenta de la institución a quien vengo a decir adiós, vengo a despedir a una querida amiga, a una MAESTRA con mayúsculas. Una vez se lo puse en una tarjeta: “maestra en el jardín y maestra en la vida”, porque así lo sentía y lo sigo sintiendo.

De ella aprendí a saber encontrar siempre el lado bueno de las cosas, porque de todas situaciones, aun de las más adversas se debe sacar una enseñanza.

Traigo a colación una pequeña anécdota que para mí significó una lección trascendente. Año 2002, 2003. Eran tiempos difíciles para la biblioteca, los inquilinos habían dejado, hacía meses, de pagar la renta con la que prácticamente, se sostiene la institución; transitábamos por un juicio de desalojo contra esa gente inescrupulosa, y el ahogo económico nos tenía al borde de la quiebra. Daban ganas de salir huyendo y muchos miembros de aquel entonces se fueron ausentando, dejando de dar quórum… cosa que a ella la entristecía mucho. Un día llega la renuncia formal y escrita de uno de ellos. Yo preocupada, no sabía cómo darle esa noticia. La esperé, la hice que se sentara y le di a leer la dimisión de ese vocal. Contra todo lo que yo esperaba, no se lamentó. Su actitud y su gesto quedaron grabados para siempre en mi memoria. Chiquita cerró los ojos y respiró hondo. Luego, levantó -literalmente- la frente y se puso -literalmente- de pie: con natural solemnidad, con firmeza, con serenidad, golpeó la mesa y dijo: “¡No me van a doblegar!”. Acto seguido, desafiante, comenzó a ocuparse de los asuntos del día como si nada hubiera pasado.

Esa era ella.

Ella, la que nos hizo levantar en la biblioteca una bandera de lucha contra la adversidad que esperamos no arriar jamás.

Bebimos de su fuente inagotable de anécdotas y de ese amor tan grande a esta tierra y su cultura, que ella sabía sintetizar en unos versos de José Paredes que le gustaba repetir:

Oh dulce Rioja mía / No hay nada que aventaje la rústica belleza que ofrece tu paisaje.

¡Quién no la escuchó alguna vez pronunciar esa declaración de amor al terruño! Un amor que supo materializar en concreciones efectivas a través de su tan querido Museo Folklórico.

La última vez que la vi, fue justamente en el Museo, hace unos días nada más, durante la presentación del libro de Bebita Corominas: “la extraño, Chiqui” -le dije- “todos las extrañamos en la biblioteca”.

“Ya voy a volver Marcelita”, “ya los voy a empezar a visitar más seguido…”

Sin embargo, hoy estoy aquí, intentando hilvanar un adiós que se resiste a ser pronunciado. Podría decir “no volverá la Chiqui”. Pero no lo diré porque estaría faltando a la verdad, porque Chiquita nunca se fue de la biblioteca, porque su empuje, su optimismo y su ejemplo ya fueron sembrados y se quedan con nosotros, en su querida “casa de los libros”, como ella nos enseñó a llamarle a la Biblioteca Mariano Moreno.

Marcela Mercado Luna - 11-10-09

lunes, 28 de septiembre de 2009

Visita de alumnos de cuarto del Instituto Manuel Belgrano

*
Los chicos buscaban poesía
porque ése era el tema que estaban estu- diando con la seño.

Pero al final terminaron leyendo de todo y escucharon no sólo poesías sino también dos cuentos que Marcela leyó para ellos.
Prometieron volver ¡los esperamos!







domingo, 20 de septiembre de 2009

PRESENTACIÓN DE "EL VIAJE" DE HÉCTOR DAVID GATICA

En el marco de los festejos por el día de las bibliotecas populares, la Biblioteca Mariano Moreno auspició

la presentación de El viaje, último poemario de Héctor David Gatica.


El encuentro —que tuvo lugar el pasado viernes 18 de septiembre — fue conducido por Pano Navazo, quien después de leer numerosos saludos de adhesión enviados

por amigos residentes fuera de la ciudad de La Rioja (Ramón Navarro, Juan Viñals, Ivana Alochis, Alba Lanzillotto y Nerio Tello) invitó al escritor y a su presentadora a dar comienzo con la programación.



Marcela Mercado Luna hizo un análisis del contenido del poemario, buscando los tópicos más relevantes que le daban unidad al texto. “Gatica quiere viajar y no puede porque sus raíces están profundamente metidas en la tierra. Gatica es árbol…” comenzó diciendo, para luego apoyarse en citas textuales y analizar los distintos momentos de un viaje que es más bien interior.

Héctor David Gatica por su parte agradeció a la biblioteca y a todos cuantos colaboraron en la realización del acto, a Hugo Albarracín que fue el encargado de ilustrar el libro, y muy especialmente a su hijo Pablo, por alentarlo a que publicara esos poemas en un volumen

independiente y no como parte de la segunda edición de las obras completas como fuera su idea original. Luego recitó, con la fuerza y la expresividad que caracterizan a su declamación, dos extensos e impactantes poemas reunidas bajo el título “Donde manda Bordón. (Tala 1 y Tala 2)”

Terminado este momento, el poeta hizo entrega a la biblioteca, de ejemplares de cada una de las ediciones de sus obras; la donación fue recibida por el vicepresidente de la institución, Prof. Arturo Ortiz Sosa y por los bibliotecarios Gabriel Flores y Analía Ocampo.

Ortiz Sosa agradeció en nombre de la biblioteca el gesto de Gatica y narró una amena

anécdota de la época en que don Héctor David rendía libre el bachillerato en el Colegio Nacional “Joaquín V. González” del que Ortiz Sosa era rector.

Siguieron dos breves recitales: el primero, de poesía, a cargo de Pablo Gatica y Graciela Venturini quienes leyeron poemas, elegidos del libro que se estaba presentando, y el segundo, de canciones, con el músico Nicolás Carrión, quien luego de participar en prestigiosos grupos vocales de la provincia, ha iniciado una carrera como solista.

El autor se mostró muy contento con el entusiasmo del público presente y firmó muchísimos ejemplares de El viaje. .


jueves, 27 de agosto de 2009

FORO SOCIAL POR EL AMBIENTE EN LA RIOJA

Auspiciado por el Servicio de Información al ciudadano de la Biblioteca Mariano
Moreno, tuvo lugar el foro social por el ambiente.
La iniciativa partió de las Asambleas Ciudadanas Riojanas quienes tuvieron a su cargo la organización del encuentro que contó con la presencia del Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel


La resistencia a la actividad minera fue uno de los temas principales del foro, aunque también se habló del avance de la soja en Argentina y sus consecuencias no queridas. Mientras que Pérez Esquivel disertó sobre la importancia del derecho a la libre determinación de los pueblos y la necesidad que la sociedad se involucre y se comprometa en los temas que le preocupan.
Otros de los disertantes fueron: la socióloga Norma Giarraca, el fiscal federal de Tucumán, Antonio Gómez, el doctor en Medicina Molecular e investigador del CONICET, Andrés Carrasco, El abogado ambientalista, Enrique Matías Viale, asambleístas famatinenses y el docente Miguel Molina, los periodistas Emilce Torres, Rubén Romero Chávez y Javier Rodríguez Pardo, entre otros
El Foro también contó con el apoyo de diferentes artistas riojanos que adhirieron cada uno de ellos desde su lenguaje. Así, los plásticos Jorge Ponce, Diana Guzmán, Eliana Bustamante, Andrea Bustamante y Jorge Ormeño facilitaron obras suyas para la muestra temática. El actor Alejandro Olivera realizó una intervención urbana y el grupo musical “La Pacota” brindó un repertorio relacionado con la cuestión ambiental.
Asimismo se contó con la presencia del cineasta Miguel Mirra cuya película "Los ojos cerrados de Latinoamérica" fue proyectada en el cierre.

lunes, 3 de agosto de 2009

ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE MONSEÑOR ENRIQUE ANGELELLI

El próximo Martes 4 de Agosto, la biblioteca participará de la Feria de las Comunidades y Organizaciones Sociales, que tendrá lugar de 14 a 20 h en la Plaza 25 de Mayo. En la oportunidad, se exhibirá el material sobre la figura del recordado obispo que obra en la biblioteca.



miércoles, 17 de junio de 2009

Cebollas en Juliana y Papelitos para Pedro

Entre las actividades programadas en adhesión al Día Nacional del libro (15 de junio) el pasado viernes 12, la Biblioteca Mariano Moreno presentó dos libros de Adriana Petrigliano.
Participaron la autora, la presidenta de la institución y el músico Alfredo Romero.



Después de referirse a las fechas en el marco de cuya conmemoración se realizaba el acto, la presidenta de la biblioteca, Marcela Mercado Luna, presentó los libros, a los que definió como “una celebración de la descendencia”. Destacó el compromiso de Adriana Petrigliano con la creación literaria y su gran generosidad, plasmada en los talleres “Barco de papel” y “Ciudad de los naranjos”, que se desarrollan en la institución.
A su turno, la escritora agradeció a todos los que hicieron posible la concreción de estos libros, con una especial mención a los destinatarios de los mismos, sus nietos. Refirió asimismo el proceso de edición, poniendo de resalto que cada ejemplar fue confeccionado manualmente, no habiendo dos idénticos en lo que respecta a sus tapas y encuadernación; una modalidad artesanal llevada adelante por “Ediciones La Tere”, que Petrigliano defendió como válida y que ella ya había empleado en sus primeros poemarios, como El libro de la tarde (2000)
El encuentro, que se desarrolló en un clima íntimo, reforzado por la iluminación tenue y una especial decoración infantil, finalizó con la actuación del músico Alfredo Romero quien cantó tres temas, acompañándose con la guitarra.


Extracto del discurso pronunciado por la licenciada Marcela Mercado Luna

En realidad, presentar a Adriana Petrigliano es casi un oxímoron en el ámbito de esta biblioteca. Se presenta lo que no se conoce y Adriana es un poco parte nuestra y muchos de los que están aquí son un poco parte de ella: saben de su talento, de su profundo compromiso con la creación literaria y fundamentalmente, de su gran generosidad, plasmada en estos talleres literarios “Barco de papel” y “Ciudad de los naranjos”, que orgullosamente propiciamos desde nuestra institución.
Precisamente, el taller “Barco de papel” tiene mucho que ver con la infancia y con este acontecimiento que hoy nos convoca. Porque acercarse a los chicos a través del mágico mundo de las palabras necesita de un ángel que no todos poseen. Y Adriana lo tiene.
Lo dicen los textos que producen los chicos en el taller, lo dicen las vocecitas entusiastas y llenas de ocurrencias de nos llegan a veces desde el rincón infantil, allá al fondo, lo dicen los silencios creativos que pueden percibirse como momentos mágicos… Y lo dicen estos dos testimonios: Cebollas en Juliana y Papelitos para Pedro: dos libros — pequeños en sus dimensiones pero grandes en su calidad literaria— que llaman la atención en sí mismos como objetos artesanales, confeccionados con tal cuidado y detalles que prefiguran desde las tapas el amor que se expresa en su contenido hecho de palabras e ilustraciones o signos visuales.
Se ha hablado mucho de los grandes temas que nutren la inspiración poética: el amor, el dolor y la muerte ocupan los primeros puestos. (Cuando digo muerte me refiero también a sus múltiples variantes que son las diferentes pérdidas –pequeñas muertes cotidianas– a las que se enfrenta el ser humano). Y quien conoce la obra de Adriana Petrigliano sabe que –como les sucede a los buenos poetas– estos tópicos tampoco son ajenos a ella.
Menos frecuente es encontrar en la creación literaria la celebración de la descendencia, y esto, aunque suene solemne, es lo que nos muestran en estos dos libritos que hoy presentamos: una celebración que fluye muy naturalmente en la voz de la poeta, que le pone palabras a esa experiencia tan humana y profunda que es la llegada de un nieto o de una nieta. Una experiencia tan auténtica, tan íntima y vivencial, que no casi existe un sustantivo capaz de nombrarla: es raro escuchar hablar de abuelidad, más raro aún de abuelazgo, o de abuelitud, o de abuelanza. Las abuelas, simplemente son. Y creo que en esto estarán de acuerdo conmigo Juliana y Pedro; y también Alma y Ramiro: cuatro nietos privilegiados con respecto a la mayoría de los nietos que pueblan esta sala y este mundo. Porque esa “abu” tiene algo especial: es abuela y es escritota… poeta, enamorada del mundo y de las palabras. Feliz síntesis que marca el punto de partida de estos dos volúmenes que, siendo distintos, se complementan y contienen, porque —cada uno a su modo— reflejan la explosión de emociones que estalla en el alma de la autora a partir de la ternura de sus nietos.

Cebollas en Juliana es hondamente lírico, y responde puntualmente a esa definición del género que señala la actitud lírica como la un hablante en soledad. La poeta procesa todas las emociones que la presencia de Juliana despierta en su alma. La unidad temática surge de una figura tomada del ámbito culinario: las cebollas cortadas en “juliana”, que son el leit motiv del libro, nacido de la siguiente idea: en el corazón de cada persona, hay cebollas, cortadas muy finitas, en “juliana”, como llaman los cocineros a este tipo de corte… Estas rodajas de cebolla que se anuncian desde el título, se van desgajando como pétalos en cada uno de los seis textos que integran el poemario y nombrarán el llanto, la dicha, la ausencia, la noche, la nostalgia y la felicidad…
Papelitos para Pedro, es bien diferente: adopta el formato de los textos instructivos. Si en el primer caso dominaba el yo poético, aquí es constante la presencia de un tú (o un vos) que se corporiza en la personita de Pedro pero que puede ser cualquier niño o niña. Encontramos frases como: “Vos podés colgar la luna”, “si alguna vez llueve tenés que prestar atención”, “si abrís tus manos… vas a oír una música”, “Cada vez que mirés un pajarito…”, etc. Este predominio del ‘vos’ es constante. Este Pedro del que nos habla el título es el receptor ficticio de un puñado de recetas, de consejos o de instrucciones que sorprenden por lo inesperadas y anti prácticas aunque no impracticables, como en el bellísimo texto ‘Para atrapar el sol’”,

Adriana Petrigliano ha trabajado y sigue trabajando mucho por la infancia, por dar al alma del ser humano ese alimento tan necesario como el pan que es la lectura: Dirigió talleres de lectura y escritura, participó en ciclos y programas televisivos y radiofónicos (obtuvo premios por eso). Y ahora nos presenta estos dos libritos que escribió pensando en sus nietos, que son de ellos y que ellos compartirán con muchos chicos más, que estarám contentos de leerlos o de que se los lean.
Ustedes se preguntarán cómo hizo, cómo hace…
La respuesta, la clave está en Prólogo de Papelitos para Pedro:
“Aprendí a mirar la vida de otra manera. Recordando mis ojos de infancia, mi mirada chiquita. ¿Qué me importaba en esos días? ¿Qué importaba más que una siesta comiendo ciruelas y trepando árboles? Perdemos tan pronto al niño que fuimos, que cuesta creer que hayamos tenido sueños. Por eso aprendí a mirar la vida recordando…”

Marcela Mercado Luna
(12 -06 -09)