El encuentro, que tuvo lugar el pasado viernes 9, fue auspiciado por la SADE y conducido por Pano Navazo. se abrió con palabras de bienvenida y agradecimiento por parte de la presidenta de la biblioteca, Marcela Mercado Luna, quien destacó la colaboración de su hermana Ana y de la artista plástica Andrea Bustamante en el armado de una muestra de obras y libros de los integrantes del grupo. Mercado Luna agradeció tanto al Museo de Bellas Artes como a Cultura provincial por los elementos facilitados para usar como soporte de la exposición que se montó en la “Sala Enrique Peñaloza Camet” de nuestra casa.
Siguió a esto, la presentación del libro a cargo de
A su turno, el autor, se refirió al espíritu de Calíbar y contextualizó el “sueño calibariano” en la época actual. También reproducimos en este espacio las palabras del arquitecto.
Seguidamente, el Grupo Horizonte, integrado por Diego Claudeville, Lucas Zárate, Marcelo Barrionuevo y Pablo Claudeville, interpretaron poemas musicalizados, entre ellos, el célebre “Incomparable” de Ariel Ferraro.
Pasado este primer momento, los asistentes fueron invitados a compartir un brindis y recorrer la
muestra que continuará hasta el próximo martes 20 en
Comentario y análisis del libro de Luis Orecchia "Calíbar en pos de la utopía”
Por Isabel Mércol
“Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”. Eduardo Galeano
El concepto utopía designa la proyección humana de un mundo idealizado. El término fue concebido por Tomás Moro, en
El rastreardor:
En llanuras tan dilatadas en donde las sendas y caminos se cruzan en todas direcciones, y los campos en que pacen o transitan las bestias son abiertos, es preciso saber seguir las huellas de un animal, y distinguirlas de entre mil; conocer si va despacio o ligero, suelto o tirado, cargado o de vacío. rastreador, que ve el rastro, y lo sigue sin mirar sino de tarde en tarde el suelo, como si sus ojos vieran de relieve esta pisada que para otro es imperceptible. Cuando le hablan de su reputación fabulosa, contesta: "Ya no valgo nada, ahí están los niños"; Calíbar iba por las orillas, sin inquietud, sin vacilar. ¿Qué misterio es éste del rastreador? (Sarmiento)
fui dueño de sus montañas y sus cielos, de su gente amiga.
Fui un poco del augur de su esperanza,
el brujo milagrero de sus penas.
Yo tuve un país de sol y de viñedos,
una música terrestre que en la altísima noche
llenaba de albricias el corazón comarcano.
Desde ayer, o desde siempre,
perdí la rosa de los vientos,
los cuatro rumbos del camino de mi casa
y el miedo original que navegaba por mi sangre
llevándome hacia los claros puertos
donde no existe la nostalgia.
Estoy aquí mirando pasar el mundo
La gente y los pájaros y el cielo.
Mi corazón navega hacia el norte
buscando entre la bruma de tu país agrícola
el rincón donde sus ojos se posen
y vayan a saber qué miran.
Si te encuentro
te contaré que yo tuve un país de maravilla.
ELOY LÓPEZ ( 1972)
Todos ellos nos remiten a los nombres de Estanilao Guzmán Loza- Ramón Soria- Zalazar Johson- Pedro Molina- Carlos Zárate- María Argüello- Ariel Ferraro. Pedro Herrera- Alfredo Portillo- Daniel Moyano- Miguel Dávila- Ramón Eloy López- Carlos Cáceres. Carlos Alberto Lanzilloto- Enrique Tudó Neves- Reinero Fallabrino- José Paredes- Mario Aciar. Y ellos representan un apreciable, variado y completo material que le permite al lector no solamente conocer nombres y fechas que ubican el quehacer del Grupo Calíbar, ubicarlo en el contexto histórico social argentino, sino que puede apreciar los resultados de aquella propuesta estética, los hechos que se generaban a la luz de los dichos… o viceversa.
Primero: el ajustado, pormenorizado y clarísimo contexto histórico en el que Orecchia inscribe al movimiento Calíbar, a sus iniciativas, creaciones, luchas, distanciamientos y hasta reveses legales.
En efecto: A partir del segundo párrafo del primer capítulo, el autor necesita aclararle al lector de qué se habla al mencionar el concepto de vanguardia; al comenzar a describir las características de las artes en Latinoamérica profundiza la importancia que tuvieron los focos culturales de mayor gravitación continental (México, Sao Paulo y Buenos Aires); puntualiza que a fines de la década del 40
Así podemos imaginar la efervescencia cuando el movimiento ya está “ caminando “ y decide publicar su primera revista, ilustrada con xilografía de Mario Aciar, y poemas de Ferraro, Angel María Vargas, María Argüello, José M Paredes, Carllos Lanzillotto, Pedro Herrera, Ramón Eloy López y Raúl Aráoz Anzoátegui.
Una mención aparte merece la lectura, que puede hacerse entre cada decisión, cada logro, y cada triunfo, de los ataques que sufrió el grupo y en particular algunos de sus integrantes, y encontrar en sus respuestas, respuestas de vida y de palabras directas, ese valor del que posiblemente muchos de nosotros hoy carecemos para enfrentarnos a la adversidad, y más concretamente, al poder de turno.
Luis Orecchia se revela a sí mismo en la primera página cuando dice: “Puede que las cosas importantes sean, en el fondo, tan sólo espejismos o, quizás, espejos que no contienen en sí ninguna imagen pero que al reflejarlas las contiene a todas y nos contienen a nosotros también”. Para él fue muy importante desentrañar el origen, la trayectoria, los sueños de los poetas y pintores del Grupo Calíbar. También define desde qué lugar estético ha realizado este estudio cuando afirma:
“ Surgen así lecturas diversas pues cada uno lee los hechos del pasado conforme a su propia cosmovisón, cuando no a preconceptos o a intereses circunstanciales o meramente personales”. Toma posición cuando dice: “Hablar de arte, de poesía de cultura es hablar de la vida toda”. Y no duda en calificar, aún antes de darnos las pruebas documentales y los testimonios que la modernidad, a la que adhería el grupo Calíbar “quería transformar la perimida sociedad burguesa para poder, sobre ella, construir una sociedad orgánica, solidaria, igualitaria, libre. La sociedad del futuro”.
“Los más jóvenes, -dice- leerán todo esto como emergiendo de las brumas de un período lejano, casi mítico. Es que el silencio negador de los que se han creído triunfadores, junto al silencio vergonzante de los que no fueron ni fríos ni calientes, se ha unida a ese otro silencio pudoroso y acongojado de los que aún tienen húmedas heridas o arrastran péridas desgarrantes. De ese modo le hemos entregado a esos jóvenes el relato de una país dicotomizado en un ayer lejano, casi ajeno o más bien enajenado, de viejo e inocuo manual de historia, y un presento hecho de caídas, de impudicia, de deshonor, de miseria”.
junto a la luz que asume las más altas miradas,
el Famatina brota por árboles de luna,
donde vienen las nubes a desandar lo andado.
como una sangre abierta,
por entre las silenciosas campanas del sonido:
leche adentro del oro,
trueno adentro del vidrio.
Por el revés del tiempo yo regreso a la fruta.
En tu orilla de piedra quiero sembrar mis huesos.
cuando toque el olvido. (Ariel Ferraro)
Isabel Mércol - Biblioteca Mariano Moreno: 09-10-09
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En el catálogo de la muestra de artistas riojanos, del ciclo “Pertenencia” que el FNA presentó en su “Casa de Al leer esa frase sacada de contexto, confieso que me pareció bastante hueca. Nada más que una boutade. Una frase más o menos ingeniosa sin un sentido profundo.
Ante esa pobre impresión que me produjo la cita, me puse a repensar el por qué había escrito esa frase. Ví que tiene un sentido que trasciende su aparente carácter de boutade, y de ese modo fui hilvanando lo que hoy quiero transmitirles.
No voy a hablar de arte o de poesía al referirme a Calíbar. Pero siguiendo el sentido con el cual elaboré esa frase estaré siempre hablando de arte y de poesía.
Para aclarar esa posible incongruencia, debo recordar que Calíbar es un grupo cultural que está inserto en el último florecimiento de la modernidad, y cuando hablo de modernidad me refiero a esa convicción que estuvo en la base de todo el quehacer estético de la época, sea en las artes plásticas como entonces se las llamaba, sea en la arquitectura, sea en la música, sea en la poesía o en la novela o el cuento, o en cualquiera de las expresiones artísticas.
Y esa convicción profunda era que nuestra labor iba a cambiar al mundo. Por eso no veíamos cisura ninguna entre nuestro quehacer y nuestro compromiso social, y haciendo arte, poesía, arquitectura, sabíamos que estábamos construyendo ese mundo buscado.
Y Calíbar quiso cambiar al mundo…. o por lo menos este pedazo de mundo en el que ellos decidieron actuar, la provincia de
Pretender cambiar el mundo implica comprometerse personal e íntegramente con ese paradigma que queremos que el mundo llegue a ser. Y en pos de ese compromiso, los artistas de Calíbar construyeron su vida y su arte.
No se pusieron como meta primordial realizar una carrera personal exitosa en el mundo profesional del arte, como hoy se la entiende y como la imperante mercadocracia del arte hoy lo pregona.
Si hoy podemos decir que casi todos los miembros de Calíbar lograron destacarse en su quehacer artístico, y muchos de ellos en carácter superlativo, fue por su capacidad, pero también por su coherencia con el fin que, como grupo, se propusieron: transformar a
Una hermosa y en apariencia inalcanzable utopía, que tenía por añadidura, dada la convicción de la que hablaba, la capacidad de construir al mismo tiempo una sociedad más justa, más igualitaria, más rica y enriquecedora.
En pos de esa utopía fueron creando las instituciones que debían hacer de nuestra ciudad esa soñada ciudad de las artes.
El primer profesorado de artes plásticas, la concreción del museo de bellas artes, la editorial del estado, el cuarteto de cuerdas, el seminario de teatro, la escuela secundaria de diseño y técnica artesanal, fueron surgiendo de su labor sin pausa.
Y, fundamentalmente, como me lo decía Mario Aciar, con respecto al profesorado de artes plásticas crearon un público capacitado e interesado en el arte de vanguardia, o más bien del arte, sin más. Más aún, yo diría que formaron un público ávido de productos culturales valiosos.
Todo ello se concretó en tan sólo cuatro intensos años.
Luego… todo eso fue borrado. Los grupos que habían visto peligrar su status de popes de la cultura actuaron encaballados al golpe de turno y, con la colaboración de otros actores sociales, destruyeron todo, con mentiras, difamaciones, rumores echados a rodar…..
¿Qué hacemos hoy aquí? ¿Estoy presentando este libro como recordatorio de un hermoso sueño imposible? ¿Acaso lo hago conmemorando un lamentable fracaso?
No lo creo.
Si hoy estamos aquí reunidos es porque Calíbar se ha convertido en un paradigma digno de ser imitado. La lucha por un mundo distinto aún es posible…. Más bien es más necesaria que antes.
Es cierto que las circunstancias que nos toca vivir nos hablan de fracasos, de deserciones, de traiciones. A todos nos ha pasado, nos sigue pasando, nos usan sin respeto.
Hace poco más de un mes, en ocasión del fallecimiento de Miguel Dávila, apareció en el suplemento Familia y Cultura de El Independiente, una nota con mi firma, que no me pidieron, ni yo autoricé a publicar. La publicación de esa nota muestra el poco respeto de El Independiente por elementales derechos de autoría intelectual. Ese hecho que me atañe, y del que me enteré porque personas amigas me comentaron con extrañeza que hubiera aparecido una nota mía en dicho diario, es tan sólo un pálido reflejo de los desmanejos y la degradación cultural a la que nos vemos sometidos.
El enorme y costoso mamotreto que se ha erigido en la rotonda de acceso a la ciudad, lugar que conforme a las normas vigentes debería quedar libre de obstáculos visuales, o el presuntuoso cuadro que la justicia local impuso colocar en
Los trabajos presuntamente de restauración en la iglesia de San Vicente Ferrer de Nonogasta, Monumento Histórico Nacional, realizados sin autorización de
Ese proyecto, que no debemos llamar shopping, porque según el Gobernador no lo es, que se pretende hacer con el edificio de
Estos y muchos otros hechos, parecieran dar la razón a los que pregonan que todo está perdido y nada puede hacerse contra el poder.
Por nuestra misma dignidad de ciudadanos no debemos permitir que sea así.
Miremos lo realizado por Calíbar, y aprendamos de sus aciertos, pero también de sus errores. Y como error, que no fue particular de ellos, sino de toda nuestra generación, debo señalar, porque yo también caí en él, el querer cambiar el mundo, pero como cada uno lo quería, y aquel que no coincidíera totalmente con uno, lo ubicábamos en la vereda de enfrente.
El absurdo Paseo Ramírez, nos presenta la oportunidad de cambiar la historia. Trabajemos unidos aquellos que pretenden que siga siendo sólo un edificio escolar, y aquellos que aspiramos a tener un centro cultural. Cultura y educación no son cosas opuestas, sino complementarias. Construyamos el consenso, contemplando los intereses de todos aquellos que queremos que el edificio de
Trabajemos para hacer de
Luis Orecchia. Biblioteca Mariano Moreno: 09-10-09